colores
Como todos los días, desperté en mi casa sin saber dónde estaba. A mi lado, desnuda como yo, yacía la mujer más bella que jamás había visto. Sus labios pequeños y redondeados dibujaban una sonrisa que fue iluminando, poco a poco, aquella estancia pequeña y desordenada. En menos de cinco minutos, una explosión cromática se había adueñado de mi cuarto y había despegado suavemente la catarata gris que cubría mis ojos. Volví la vista hacia ella y te encontré a ti. Desde entonces duermo atado a tu tobillo con una cadena arcoíris.
3 comentarios:
Entonces seguro que tienes dulces sueños.
Besos bacanalescos.
Ciao, Ella!
Gracias por el comentario, pero bien sabes que no todo lo que se escribe sale del lado real del cerebro. O quizá sí...
Besos epistolares.
Un tobillo de cristal, encadenado a un arcoiris, que recorre lisos valles, nevados montes,y se enreda en mi pelo como el levante entre las nubes.
Besos de colores
Publicar un comentario