10 de noviembre de 2006

lo siento tanto

Fotografía de Finnegar

El zapato izquierdo me venía pequeño, pero el derecho grande, tan grande que en él podría haber metido los dos pies y parte de una mano, tan grande que podría haber servido como cuna para ese niño al que acababa de atropellar. Toda la pierna derecha se encogió al no haber sido capaz de soltar el acelerador y pisar con fuerza el freno que habría evitado este accidente. Ahora ya ni siquiera la siento. Sólo un pequeño muñón cuelga inerte de mi cadera derecha. Tan inerte como el cuerpecito que descansa debajo de esa manta brillante. Tan absurdo como mi puta dependencia de la botella.

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