14 de noviembre de 2006

oberón

Fotografía de royalty-free collection

Dejamos atrás Titania y nos acercamos a su satélite gemelo: Oberón. La misión ha sufrido algunos contratiempos y retrasos diversos, provocados por una breve pero intensa tormenta de meteoritos que nos sorprendió en la órbita de Saturno, aunque las reparaciones se han llevado a cabo sin demasiados problemas y afortunadamente todo ha vuelto a la normalidad. La temperatura exterior ronda los doscientos grados bajo cero, por lo que mi idea de una excursión por la superficie de Oberón queda descartada. Enviaré a uno de los XP-600 para recoger muestras y grabar en el interior de alguno de los cráteres gigantes, aunque no creo que a nadie le interese demasiado lo que estamos haciendo aquí.
Hace más de doce años que despegamos de Cabo Cañaveral y casi siete que no recibimos ningún tipo de comunicación desde la Tierra. La idea de que somos los únicos seres vivos del sistema solar cobra fuerza a medida que nuestra excursión va tocando a su fin. Disponemos de energía y alimentos para otros siete años, tiempo más que suficiente para regresar directamente a casa, o a lo que quede de ella. Si lo que dice la teniente Johnson es cierto, la nube radiactiva habrá desaparecido cuando lleguemos, aunque dudo que alguna especie animal haya podido sobrevivir. Quizá nos enfrentemos al reto de repoblar un planeta devastado y sin vida, pero la nave puede servirnos perfectamente de refugio durante varias generaciones.
Desde primeros de noviembre, una vez aprobada por mayoría en la reunión extraordinaria, la nueva norma sobre relaciones sexuales está causando el efecto deseado. Ya se han confirmado seis embarazos y es posible que la cifra aumente hasta doce, porque todas, salvo la cabo Stevenson, lo están intentando con verdadera devoción. Las normas para evitar la endogamia nos obligan a una fidelidad absoluta e inquebrantable, de la que depende por completo la futura supervivencia de esta nueva humanidad que repoblará la Tierra.
El test de compatibilidad genética me ha emparejado de por vida con la cabo Pérez, una atractiva y joven mejicana con la que comparto camarote desde hace dos meses, y en cuyas entrañas se desarrolla, con una salud excelente, el hijo que nunca pude tener contigo.
Si a nuestro regreso todo ha sido una falsa alarma y la Tierra sigue como la dejamos, espero que hayas rehecho tu vida y que puedas perdonarme por esto.
Sinceramente tuyo, tu esposo, Jake.

No hay comentarios: