23 de mayo de 2007

para siempre

fotografía de Wylie Maercklein

Todos se han ido ya. Todos menos ella. Ni siquiera la vergüenza pasada ha logrado desdibujar de su rostro el gesto de felicidad con el que, hace dos horas, cruzó el umbral de la capilla camino del altar. Sólo ella sabe que no la ha abandonado, que su madre se equivoca cuando dice que jamás debió comprometerse con un cómico, un vividor que acabaría por arruinarle la vida. Tampoco su padre lleva razón al afirmar que su pasado mujeriego, tarde o temprano, saldría de nuevo a la superficie. Ninguno de los invitados ha tenido la paciencia de investigar, radio en mano, las consecuencias que la explosión de gas ha podido dejar en su edificio. A pesar de que la televisión no deja de repetir su nombre, encabezando la lista de víctimas, nadie se ha parado a pensar en ese final trágico. Los crápulas nunca son inocentes.
Sólo ella le esperará. Para siempre.

1 comentario:

Joan Torres dijo...

Excelente. A pesar de la dificultad inherente al relato corto.