7 de septiembre de 2007

nada

Fotografía de Puckyireth

A las musas ya no les gusta mi blog. Quizá no les haya gustado nunca, o al menos no tanto como yo pensaba. Tal vez por eso han terminado haciendo huelga de apariciones por mi azotea, en la que no ha se ha recibido este verano más influencia de las alturas que una implacable radiación de Helios, acompañada como siempre por los latigazos a destiempo de su primo el dios Eolo, ese que abarrota loquerías a golpe de soplido abrasador.
Este epistolario capitalino anda, al igual que mi fértil imaginación —algún día lo fue, os lo juro—, huérfano de ideas que me permitan retomar la soltura narrativa de antaño. Parece que fue ayer cuando ideas y palabras competían en pugna incruenta por saltar de mi cabeza a las entrañas de este ordenador, primer trampolín portátil antes del salto final a la blogosfera.
Y ahora, nada.
Pero nada de nada.
Allí donde hace unos meses las metáforas emergían como géiseres entre bosques de párrafos fértiles, por aquellos valles alfombrados de anécdotas inventadas entre las que crecían enormes arbustos narrativos, hoy solo deambulan algunas solitarias bolas de pelusa, decoradas tan solo con la retórica que aún me acompaña, tan vacías de ideas que hasta la más suave brisa las desplaza sobre el desierto polvoriento en que se ha convertido mi imaginación. Ya no hay nada.
Y lo peor es que no sé cómo regresar a mi paraíso perdido. Lo intento, bien lo sabe dios, aplicando todas las técnicas aprendidas y las genéticamente heredadas, siguiendo al pie de la letra apuntes y recomendaciones, teorías de libros, blogs y publicaciones varias, golpeando con saña tecla tras tecla para terminar borrando de un plumazo párrafos completos antes de haberlos terminado de escribir. Y nada.
Espero al menos que el frío de invierno venidero logre reducir esta inflamación de meninges, esta dilatación cerebral que aprisiona las ideas contra los parietales y las convierte en proyectos inconexos, estériles, en poco más que frases cortas incapaces de unirse para hilar, tan siquiera, un mediocre microcuento medio decente.
Ya os digo.
Nada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No eres el único al que le ocurre eso, querido Yisus. No eres el único.
Verás como cuando menos lo esperes vuelves a teclear con la pasión acostumbrada posts hermosos, menos tristes que éste.

Un beso fuerte.

Chiki dijo...

Es ley de vida. no se puede estar siempre en lo alto y saboremaos mejor los buenos ratos despùés de uno más flojo (y el que no se consuela, dice el refrán...)

Besos

LE BLOG dijo...

Yisus, la rentrée se hace poco a poco; ¿y no dicen que la inspiración llega trabajando?
Por lo menos has dado señales de vida, creí que a tí y a la orgiástica os había tragado la tierra,...o el mar....

Ana dijo...

Cómo que no las encuentras? seguro que las tienes ahí...yo sí las veo. En ese relato precisamente. Un beso