14 de febrero de 2007

instrucciones para meter los pies en los charcos

fotografía de Vagamundos

(que me perdone Cortázar)

En primer lugar conviene elegir un día lluvioso, o en su defecto, el día siguiente a uno de los anteriormente citados, siempre que la lluvia del día precedente haya sido abundante y no nos encontremos en pleno verano, ante el evidente peligro de desaparición de los charcos por efecto de la evaporación. Una vez localizado uno suficientemente grande como para albergar ambos pies, nos colocaremos delante y, mediante el uso de un palo, rama o varilla metálica, comprobaremos la profundidad, así como la dureza del fondo, para evitar el más que probable enfangamiento de los zapatos y, cabe suponer, de los pantalones. Si la medición de profundidad y dureza nos ha resultado satisfactoria, comenzaremos introduciendo en el agua el pie derecho (salvo que seamos zurdos, en cuyo caso será el izquierdo el primer pie a introducir) de forma lenta y sin hacer demasiada presión, hasta que el tacto nos permita determinar que hemos alcanzado la superficie fangosa, a la que ya nos habíamos referido anteriormente con el nombre de fondo. Es importante recordar que, mientras se realiza esta primera tarea de introducción del pie derecho (o el izquierdo, caso de ser zurdos) el otro pie debe permanecer fuera del agua, lo más cerca posible del borde y tan quieto como la situación nos permita, con el fin de mantener el equilibrio hasta que el pie que ha avanzado esté razonablemente estable en su nueva ubicación. Concluida la primera fase, repetiremos la operación con el otro pie, hasta colocarlo junto al primero, pero manteniendo una distancia aproximada de una cuarta, que nos permita seguir en posición vertical aunque el fango provoque ligeros desplazamientos involuntarios. Ya está. Hemos metido los pies en un charco. En próximas entregas, resumiremos la forma más eficaz de sacarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si te va a perdonar o a temer. Qué agobio, eso sí, casi te empujo para que los metas de una vez.
Chiki

Anónimo dijo...

Seguro que el cronopio universal no sólo te perdona sino que te aplaude.
Bonito homenaje.

Besos orgiásticos.