¿dónde estás?
Hoy tampoco te he visto. He comenzado buscando en la carpeta de personas olvidadas, dentro del disco de errores superados, aunque antes de empezar ya sabía de sobra que no estarías allí. Después he saltado de unidad y me he dirigido directamente al bloque de casos imposibles; he entrado con miedo, como siempre, y tras el obligado ordenamiento alfabético, filtrado de intentos multi-repetidos y eliminación automática de errores de género y número, tan frecuentes desde hace tiempo, he comprobado —mientras una sonrisa estúpida me estiraba las mejillas— que allí tampoco estabas. Menos mal. Mientras escribo estas líneas, el buscador automático recorre el resto de unidades tratando de dar contigo. Yo seguiré aquí un poco más, no sea que aparezcas de nuevo en archivos temporales y no pueda copiarte a tiempo. Si lees este mensaje, te rogaría que dejaras unas palabras en el bloc de notas, aunque sólo sea para saber que no te has cambiado de servidor. El dominio compartido, si no te importa, prefiero conservarlo, aunque esté vacío.
2 comentarios:
La primera vez que tuve que formatear el disco duro -no cabía otra opción- era demasiado joven y no sabía que existen huellas que se pueden seguir más allá de su paso por la papelera. Siempre eso sí -según me contaron- que sobre el lugar que ocuparon no se hayan asentado otras nuevas.
Mucho más firmes tus huellas sobre la rosaleda, por cierto.
Me gusta mucho,Yisus, qué romántico y amoroso que suena en tí el lenguaje informático. Quién lo iba a decir!
¿Serán habilidades de escritor?
Serán...
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